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Cómo es el cerebro de un adolescente (Parte 2)

Escrito por Colegio Indoamericano | 22-jun-2018 5:00:00

Los rasgos más molestos de la adolescencia como la angustia, impulsividad, imprudencia, entre otros, no son las características fundamentales, sino las que más llaman la atención dentro de un proceso en el que se exponen a riesgos.

En el artículo anterior revisamos que la adolescencia, más que un conjunto de problemas, es un periodo adaptativo y funcional. Sin embargo, ¿por qué entonces los adolescentes parecen tener conductas innecesarias y se exponen a peligros? 

<< Lee la primera parte del artículo aquí >>

Emociones fuertes

A todos nos gustan las cosas nuevas y excitantes, pero nunca las apreciamos tanto como durante la adolescencia. Científicos han comprobado que esta es la edad en la que alcanzamos un máximo en la búsqueda de sensaciones relacionadas con lo inusual o lo inesperado.

Generalmente la im­­pulsividad disminuye con la edad a partir de los 10 años, pero ese deseo por las emociones alcanza su máximo alrededor de los 15 años. Y aunque esto puede producir conductas peligrosas, también puede generar otras positivas. El anhelo de conocer más gente, por ejemplo, puede crear un círculo más amplio de amigos, lo que mejora la salud y aumenta la felicidad, la seguridad y las probabilidades de éxito.

Ese aspecto positivo probablemente explica por qué hay una apertura hacia todo lo nuevo. La búsqueda de la novedad conduce directamente a experiencias útiles, y en un sentido más amplio saca a los jóvenes de casa y los lleva a nuevos territorios.

Riesgos

Otro rasgo que alcanza el máximo durante la adolescencia es el de correr riesgos. No hay otra etapa en la vida en el que arriesgarnos nos parezca más fácil que en la adolescencia.

Entre los 15 y los 25 años se prueban toda clase de aventuras, muchas con resultados desagradables.

Es también en este lapso cuando se registra la mayor incidencia de muertes por accidentes de todo tipo. Casi todos los casos de alcoholismo o abuso de drogas comienzan durante la adolescencia.

Sin embargo, el prejuicio básico de que este tipo de actitudes son porque los procesos mentales de los adolescentes aún están formándose, no tiene fundamento científico.

El problema ante el riesgo no está en lo que carecen en comparación con los adultos o que sean incapaces de reconocer el peligro, sino que aprecian mucho más la recompensa. En situaciones en las que el riesgo puede reportarles algo que desean, valoran el premio mucho más que los adultos.

De igual forma, la fisiología y la teoría evolutiva ofrecen explicaciones para esta tendencia. Fisiológicamente, la adolescencia se caracteriza por una sensibilidad máxima del cerebro a la dopamina, neurotransmisor que activa los circuitos de gratificación e interviene en el aprendizaje de pautas y toma de decisiones.

Esto ayuda a explicar la rapidez de aprendizaje de los jóvenes y su extraordinaria receptividad a la recompensa, así como sus reacciones intensas y a veces melodramáticas ante la victoria y la derrota.

Valoración de relaciones sociales

El cerebro adolescente también es sensible a la oxitocina, otra hormona neurotransmisora que –entre otras cosas– hace más gratificantes las relaciones sociales. 

Las redes neuronales asociadas con las recompensas y las interacciones sociales están muy relacionadas entre sí. Si una de esas redes entra en juego, a menudo también se pone en marcha la otra, pero si las dos entran en juego durante la adolescencia, entonces se desencadena un incendio.

Pero esta atracción por conectar con gente nueva tiene otra razón más poderosa: invertir en el futuro más que en el pasado.

Vivimos la mayor parte de nuestra existencia en un mundo dirigido y reconstruido por gente de nuestra edad. Conocer, comprender y trabar relaciones con ellos es muy importante para nuestro éxito. Por ejemplo, las ratas o los monos socialmente más hábiles suelen conseguir las mejores madrigueras o los mejores territorios, la mayor cantidad de comida y agua, más aliados; y esto son sólo ejemplos de especies lejos de ser tan complejas o sociales como la nuestra.

Esta sensibilidad a lo social también afecta en sentido negativo, ya que a nivel neuronal percibimos el rechazo social como una amenaza para nuestra existencia. Esto explica el drama que supone la traición de un amigo a los 13 años o la tragedia de no ser invitado a una fiesta a los 15.

Emociones fuertes, riesgo, amigos: todo puede parecer frívolo, pero analizando la cuestión con más detenimiento, vemos que esas características que definen nuestra adolescencia nos hacen más adaptativos como individuos y como especie.

Los adolescentes pueden ser un verdadero dolor de cabeza, pero posiblemente son los humanos con mayor capacidad de adaptación. Esta visión puede ser correcta, pero no es fácil de aceptar, en especial para los padres que tienen que lidiar con hijos adolescentes.

En el Colegio Indoamericano, una de las mejores preparatorias en Tlalnepantla, sabemos de lo importante que es la comunicación familiar en el desarrollo de los jóvenes y su desempeño académico, por eso llevamos un seguimiento personalizado de los alumnos, así como una relación estrecha con los padres de familia. Te invitamos a conocer más sobre nuestra Preparatoria.