De origen oriental, el mindfulness, también conocido como atención plena, ha sido incorporado a la medicina y la psicología como una manera de reducir malestares físicos y psicológicos, además de reducir los niveles de estrés, por ello, también resulta sumamente efectivo para mejorar el rendimiento académico.
La palabra es la traducción más cercana al término ‘sati’ –del idioma pali, lengua nativa del norte de la India–, que hace referencia a la conciencia, atención y recuerdo. La traducción más común al español es “atención plena”, aunque también se le ha llamado “presencia mental” o “presencia plena”. Todas se refieren a un estado de atención al momento en que se vive, a estar atento al aquí y al ahora.
La técnica se ha desarrollado bajo la premisa de que la atención es un músculo que se puede ejercitar y entrenar. Para conseguir dicha atención plena, hay que ser capaces de sincronizar lo que sucede a nuestro alrededor con lo que pasa dentro de uno mismo; mediante este acercamiento, la docencia ha visto una mejora en el foco mental, el funcionamiento y el rendimiento académico.
Puede comenzar a ponerse en práctica con los denominados “minutos amables”, es decir, tiempo que se dedica para centrarse en la respiración (inspirando y expirando) y dejando que los pensamientos pasen.
Uno de los ejercicios más básicos y sencillos es centrar toda tu atención en la respiración durante un minuto. Al menos una vez al día, ponte cómodo, deja tus ojos abiertos y respira normalmente. Seguramente tu mente se distraerá en varias ocasiones, pero no importa, dirige nuevamente tu atención a la respiración.
Puedes practicar este ejercicio varias veces durante el día para restaurar tu mente al momento presente y proporcionarle un poco de paz.
Con el tiempo, poco a poco, se puede extender la duración de este ejercicio en períodos más largos. Tal vez te tome tiempo, pero al igual que cuando se empieza hacer ejercicio, la progresión es de menos a más, hasta lograr un minuto de atención plena.
Es recomendable realizar esta práctica cuando hay que enfrentarse a una situación tensa, para empezar el día, o cuando se vaya a iniciar una nueva actividad.
El objetivo final es notar y valorar los pequeños detalles de tus actividades, es decir, disfrutar de todas las pequeñas acciones del día a día.
Uno de los principales beneficios del mindfulness es el control de las emociones, de los impulsos, lo que permite una mejor implementación de las llamadas funciones ejecutivas del cerebro, como son la atención, memoria o flexibilidad mental; todas imprescindibles para el buen desempeño personal y académico.
Entre las principales mejoras que experimentan aquellos que realizan esta práctica destacan:
El mindfulness es una metodología en la que existen grados de especialización, pero implementar algunas de sus técnicas a tu vida diaria, aunque sea de forma básica, puede ayudarte no sólo a un mejor rendimiento académico, sino de bienestar de salud física y mental.
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